La adquisición de las operaciones del ING en Latinoamérica con la excepción de Brasil, en cabeza de “Sura”, marca un hito en el panorama empresarial Colombiano en lo que resta de 2011, y de aprobarse, acaparará en los años por venir la atención de sus administradores, sus accionistas y de las autoridades encargadas de su supervisión y control.
Según lo publicado en los medios, hasta ahora se trata de un acuerdo entre las partes y depende para su perfeccionamiento de la autorización de los entes reguladores. No obstante, vale la pena tratar de identificar algunos de los desafíos que esta transacción comporta para la parte adquirente:
1) Tamaño relativo del negocio frente al patrimonio de los adquirentes: se podría afirmar que, financieramente la suerte de “Sura” dependerá de ahora en adelante en gran medida del desempeño y funcionamiento de las sociedades adquiridas, por el traslado de su centro de gravedad financiero, hacia esa nueva parte del negocio.
2) Disponibilidad de recursos gerenciales y capacidad de integración cultural: Será sin duda interesante entender cómo la disponibilidad actual de recursos gerenciales de “Sura” sería suficiente para orientar y controlar adecuadamente a las sociedades adquiridas, para el logro de las sinergias y los beneficios esperados de la transacción.
2) Gobierno corporativo: La adquisición plantea también tensiones importantes sobre las prácticas de gobierno corporativo del grupo, las cuales van a ser objeto de escrutinio permanente, en un escenario hasta ahora diferente al que tradicionalmente estaba acostumbrada a navegar la empresa.
3) Riesgo político y riesgo regulatorio: Importante entender que tan significativa será la exposición para “Sura” al riesgo que conlleva la explotación de productos pensionales obligatorios, los cuales adquieren la característica de servicio público, con lo que ello signifique en términos de exposición a medidas de gobierno para controlar y eventualmente desmantelar el negocio (ver casos de la industria de pensiones en Argentina y Bolivia).
4) Riesgo soberano: No es un secreto que en muchos países la industria pensional se ha convertido en agente receptor de las emisiones de deuda pública de los países en que operan. Antes del desmonte de la industria pensional en Argentina, se llegó a que las operadoras de pensiones tuvieran que hacer sus colocaciones en este tipo de papeles, los cuales fueron sometidos a una “tasa de interés patriótica”.
5) Riesgo de la transacción: Como ha sido presentada por las versiones de prensa, la operación fue articulada en tiempo record, lo que de ser cierto merecería especial atención en materia de suficiencia del “due dilligence” y de las garantías post-venta para el comprador.
6) Proceso de aprobación: No deja de llamar la atención el reto en que se va a constituir para las autoridades la necesidad de celeridad y la suficiencia con que se haga la revisión de la operación, teniendo en cuenta la pobre capacidad de respuesta de la rama dedicada a la supervisión de la industria de seguros, en donde por varios años reposan proyectos de importancia estratégica para estandarizar y salvaguardar la solvencia de la industria, en temas tan importantes como la determinación de las reservas de los riesgos en curso.
Por ahora, además de la emoción que despierta la transacción, vale la pena recordar lo que sentenció un analista de Wall Street cuando Compaq, quien en ese momento era el productor número 1 de PC’s en el mundo adquiría a Digital Equipment Corp., un icono de la computación en los 60’s, operación que selló para siempre la suerte de Compaq y la llevó a caer finalmente en las manos de Hewlett Packard: “…uno termina sabiendo a lo que se come….”
Amanecerá y veremos.